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Avivamiento en la Historia: De John Wesley al Movimiento Pentecostal

🔥 Introducción

A lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido temporadas especiales donde el poder del Espíritu Santo se ha manifestado de forma extraordinaria para renovar, despertar y transformar. Estos momentos, conocidos como avivamientos, no son producto de estrategias humanas, sino del mover soberano de Dios en respuesta a la oración ferviente, la predicación santa y corazones hambrientos de Su presencia. Desde el siglo XVIII con John Wesley y el movimiento metodista, hasta el siglo XX con el surgimiento del pentecostalismo, el fuego del avivamiento ha encendido generaciones enteras. Este artículo examina los principales avivamientos históricos, sus características, enseñanzas clave y su relevancia para la iglesia actual.

🙏 1. El Avivamiento Metodista y John Wesley

Uno de los avivamientos más influyentes de la historia moderna es el Avivamiento Metodista del siglo XVIII, encabezado por John Wesley. En una época de frialdad espiritual y decadencia moral en Inglaterra, Wesley y su hermano Charles comenzaron a buscar una fe viva, marcada por la santidad personal y la acción social. Su experiencia en la «calle Aldersgate» donde sintió que su corazón «fue extrañamente calentado» marcó un punto de no retorno. Comenzó a predicar en campos abiertos, llegando a miles que no pisaban las iglesias, y estableció sociedades, clases y bandas para el discipulado.

El corazón de este avivamiento era la santidad del creyente. Wesley no solo predicaba el perdón de pecados, sino la perfección cristiana, entendida como el amor perfecto a Dios y al prójimo. La gracia de Dios era vista como un poder transformador, capaz de hacer santos a los hombres comunes. Este avivamiento impactó profundamente la sociedad inglesa, inspiró reformas sociales, el fin de la esclavitud y la fundación de múltiples denominaciones centradas en la santidad.

🔥 2. El Segundo Gran Despertar y la Evangelización Masiva

A principios del siglo XIX, Estados Unidos fue testigo de un poderoso mover de Dios conocido como el Segundo Gran Despertar. Influenciado por el metodismo, este avivamiento se caracterizó por grandes campamentos de predicación al aire libre, miles de conversiones y un fuerte énfasis en la responsabilidad humana de responder al evangelio. Predicadores como Charles Finney popularizaron la idea de «avivamientos planificados», argumentando que si se predicaba con fe, oración y santidad, Dios respondería con poder.

Este periodo también estuvo marcado por un fuerte impulso al activismo cristiano: la lucha contra la esclavitud, la promoción de la templanza y la educación cristiana. El avivamiento no solo salvaba almas, sino que reformaba comunidades. La doctrina de la santidad post-conversión ganó auge, y muchas denominaciones comenzaron a abrazar la idea de una segunda obra de gracia: la entera santificación.

🙌 3. El Movimiento de Santidad: Preparando el Camino

Durante la segunda mitad del siglo XIX, el Movimiento de Santidad surgió como una continuación y profundización de la enseñanza de Wesley sobre la perfección cristiana. Predicadores y escritores como Phoebe Palmer, B.T. Roberts y otros comenzaron a hablar de una experiencia de santificación instantánea, accesible por fe. Este mover se extendió rápidamente en campamentos, revistas, iglesias y seminarios.

El Movimiento de Santidad puso un fuerte énfasis en los medios de gracia, la vida devocional, la pureza de corazón y la separación del pecado. A su vez, sirvió como un puente directo hacia el pentecostalismo, pues muchas personas santificadas anhelaban más del poder del Espíritu Santo, lo cual desembocaría en el siguiente gran avivamiento.

🔥 4. El Avivamiento de la Calle Azusa y el Nacimiento del Pentecostalismo

En 1906, en una pequeña casa en la Calle Azusa, en Los Ángeles, Dios encendió un fuego que se expandió al mundo entero. Liderado por William J. Seymour, un pastor afroamericano lleno del Espíritu, este avivamiento trajo a la escena el bautismo en el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en lenguas. Hombres y mujeres de distintas razas y clases sociales eran llenos del Espíritu, sanados, liberados y enviados a las naciones.

El Avivamiento de Azusa Street no solo revitalizó la doctrina del Espíritu Santo, sino que también encarnó la visión wesleyana de santidad y poder. No era un fuego emocional momentáneo, sino una llama que inspiró el nacimiento de iglesias, misión global, y el crecimiento del movimiento pentecostal, hoy presente en más de 600 millones de creyentes.

✨ 5. Lecciones para Hoy

Cada avivamiento genuino de la historia comparte varios elementos en común: un retorno a la santidad, hambre por la presencia de Dios, predicación centrada en Cristo, y una vida de oración ferviente. Wesley enseñó que «Dios no hará nada en la tierra si no es en respuesta a la oración». La historia de los avivamientos no es un museo para admirar, sino una llama para encendernos.

Hoy, en medio de frialdad espiritual y religiosidad vacía, necesitamos un nuevo avivamiento. No uno fabricado por emociones, sino uno nacido del corazón de Dios, que nos lleve a la cruz, a la santidad, a la oración y al servicio radical. Que el fuego que ardió en Wesley, en Azusa y en tantos otros, arda también en nosotros.

🔥 Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos.

A lo largo de los siglos, los avivamientos han demostrado que Dios siempre está dispuesto a renovar Su iglesia cuando el pueblo se humilla, ora y busca Su rostro. No fueron simplemente eventos históricos, sino manifestaciones del carácter de un Dios que quiere llenarnos de Su presencia y santidad. La historia del Avivamiento Metodista, del Segundo Gran Despertar, del Movimiento de Santidad y del avivamiento de Azusa Street nos recuerda que el fuego del Espíritu sigue disponible para aquellos que lo anhelan.

✨ Conclusión

En conclusión, estos avivamientos no son reliquias del pasado, sino modelos del poder renovador del Espíritu Santo. Nos inspiran a vivir vidas consagradas, a predicar con pasión, a servir con humildad y a esperar con fe un mover fresco del cielo. Que el clamor de Habacuc 3:2 se convierta en nuestra oración diaria: “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí; aviva, oh Jehová, tu obra en medio de los tiempos… hazla conocer”. Que seamos parte de una nueva generación que no se conforma con la rutina, sino que busca ardientemente un nuevo derramamiento del Espíritu.

 

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